Misionero gay: la postura favorita para follar y perder los papeles
Follar, follar y follar. Este es nuestro lema, por eso, queremos darte algunas instrucciones sobre cómo dar y recibir el mejor de los placeres a través de este mini manual sobre la postura del misionero gay. Activos y pasivos se morirán de gusto y placer. ¿Quieres saber cuáles son todas su ventajas? ¡No te las pierdas!
¿Por qué el misionero gay es la mejor postura para follar?
#01. El pasivo controla mejor la penetración
No cabe duda. En otras posturas, el pasivo se queda a merced de las órdenes y los ritmos del chico activo. Por ello, a muchos les cuesta hacer entrar en razón a sus parejas para que les dejen a ellos tener, también, cierto protagonismo. Si el pasivo se recosta en una cama, sofá o mesa boca arriba, tendrá más a mano a su pareja para indicarle cómo debe penetrar o empujar con cierta sutileza para que la penetración se produzca más lentamente.
Además, con el chico pasivo puede elevar o hacer descender su ano con mayor comodidad para que la penetración toque justo en el lugar donde se vuelve loco.
#02. Activo y pasivo se ven las caras
La postura del misionero gay concede a la pareja muchísima más intimidad. Nada de darse la vuelta y esperar la follada (que también tiene su gracia, para que nos vamos a engañar). Sin embargo, para los más cariñosos, el misionero gay es la postura por antonomasia. Permite abrazar, besarse con comodidad, acariciar y sentirse con mayor profundidad que, por ejemplo, haciendo con la postura del perrito.
A mí, particularmente, me flipa combinar folladas sin límite con sutileza, por ello la postura del misionero gay es la que más me gusta.
#03. Mucha más comodidad
Sobre todo para el pasivo porque le permite tener la espalda recostada y permitir al chico activo gay que sea él quien trabaje y controle la totalidad de la follada. Eso sí, también hay pasivos díscolos que prefieren ser ellos quienes se muevan. A los activos eso les vuelve locos.
La única consideración a tener en cuenta para no mermar la comodidad de ambas partes es que el chico pasivo no apriete demasiado. O sea, que no deje caer su peso sobre el chico activo en demasía para no aplastarle y arruinar, de este modo, una follada prometedora con orgasmos sin límite.
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